Música para flotar

lunes, 31 de marzo de 2014

Maradona, su clon y la mafia de la FIFA - Parte II

Logo de la Iglesia Maradoniana
La persona que me tuvo cautivo en el patio de comidas del Village Caballito y embobado por más de media hora (nunca son cinco minutos cuando se dice que algo durará “cinco minutos”), pongámosle por nombre “Pablo”, porque nunca se lo pregunté, era uno de los miembros fundadores de la Iglesia Maradoniana. Esta sí que no es una invención mía, esta sola, lo aclaro para los descreídos. Acá está la página:
https://eses.facebook.com/iglesia.maradoniana‎ (buscando este vínculo encontré un blog de otra iglesia maradoniana en Barcelona (¿se esparcirán como los Clubs de la Pelea?): iglesiamaradonianabarcelona.blogspot.com/). Uno de los actos solidarios que la Iglesia Maradoniana organiza todos los años, el día del natalicio de su eterno homenajeado, es decir el 30 de octubre, es repartir entre los pobres y humildes de la calle, no medicamentos ni alimentos, sino camisetas de la Selección argentina con el número 10 en la espalda. Les llena de orgullo semejante acto sin fines de lucro y repleto de patriotismo, y poder ver a todo un aluvión de indigentes y homeless caminando por la ciudad, portando la camiseta de la persona que más cerca está de ser Dios -para ellos, claro-. 

En una ocasión, un hombre se acercó arrastrándose. Era gordo, de pelo negro azabache, lucía una barba rala y, a juzgar por su aspecto, hacía mucho tiempo que no tenía contacto con el jabón. Al parecer era mudo y sus brazos parecían bastante inútiles, por lo que se movía con demasiada dificultad, arrastrándose como de costado. “Pablo” se agachó con la camiseta en la mano rogando que el talle le quedara bien. Entonces sus miradas se cruzaron y algo pasó…

- ¿Qué pasó?, pregunté casi al borde del paroxismo. 
- Me di cuenta de que era él… no me preguntes cómo lo supe, simplemente lo sentí. En toda mi vida no he tenido una sola certeza: cambié varias veces de carrera, de pareja, de vivienda…Siempre estuve muy desorientado… pero de eso estaba seguro: ese tipo no podía ser otro que Diego Armando Maradona. El discapacitado pestañeó como asintiendo, como diciéndome algo…
- ¿Y qué hiciste?, interrogué desconcertado. Me contestó con una pregunta:
¿Qué iba a hacer…? Lo llevé a vivir a mi casa.
- ¿Al hombre de la calle? 
- Te digo que era el Diego, posta... El que le metió el gol a los ingleses, el único tipo que amé en mi vida.
Day Lewis en una notable interpretación
que le valió el Oscar e inspiró a Pablo

Pablo, dueño de una convicción asombrosa y de un alma sumamente caritativa y altruista, llevó a vivir al “supuesto” Maradona a su casa, lo que le valió el divorcio; separación esperable dada la serie interminable de pendejadas que había llevado a cabo (a pesar de que parecía buen tipo) y que culminaron con este hecho tan extraño… Pablo investigó todo tipo de sistema para poder comunicarse con el hombre sin piernas y fue a dar con unas películas como Mi pie izquierdo, donde los protagonistas, incapaces de expresarse a través de una vía oral o escrita, configuran un lenguaje mediante alguna parte de su anatomía, como un simple pestañeo. Finalmente lo logró…pero no ahondó al respecto (¿y si lo había inventado todo?).

Años y más años estuvo Pablo transcribiendo la que con los dedos pronunció como “La Historia Oficial”, la verdadera historia de Maradona. El exjugador le contó qué fue de su vida desde aquella fiesta, sus penurias para sobrevivir y el tiempo que le llevó volver a Argentina arrastrándose desde Guatemala y escondiéndose de la ley (hecho casi imposible que -pienso- coquetea más con el Realismo Mágico que con la razón). Le dijo que durante sus viajes había sido asistido por un exempleado de la FIFA, quien, culpable por la suerte que había corrido el número uno, se propuso dar con él y ayudarlo. El que hasta hacía no mucho tiempo trabajaba codo a codo con Havelange, había sido despedido por negociar con el presidente de la Asociación de Fútbol Argentina (AFA) el descenso de uno de los clubes más importantes y legendarios de la historia: el Club Atlético Independiente.

La persona expulsada por el mal desempeño de sus funciones, le contó que un impostor se había adueñado de su vida (como en la película El quinto elemento con Arnold Schwarzenegger cuya trama confunde astutamente al espectador, a punto tal que, en un momento determinado, uno no sabe si el que disfruta de la familia es el protagonista o su clon). Y también le aseguró que ya no tendría manera de recuperarla, que tendría que aceptar las cosas como eran. Juntos llegaron a la Argentina en un barco filipino y Diego tuvo que dedicarse a lo único que una persona en sus condiciones podía hacer: mendigar. Encima se quedó solo, porque su único compañero había muerto de cáncer de mama. 

- ¿Entonces era una mujer?, le dije con tono de reproche, como mostrando que se había equivocado. 
- Es difícil de explicar… era una especie de “empleadatrón”
- ¿Qué cornos es eso?
- Una especie de trabajador robótico y humano que a la vez comprende ambos sexos… o sea, tiene la inteligencia y velocidad de una máquina pero padece indistintamente de enfermedades masculinas o femeninas… Otro intento fallido de la FIFA por conquistar el mundo… Entonces comenté: 
- ¡Qué raro todo esto que me estás contando, che...!

Tiempo después, Maradona, que guardaba en algún lugar de su memoria la existencia de la Iglesia Maradoniana y de las donaciones de camisetas en las plazas céntricas, logró llegar a una y aguardar que esa noche de su cumpleaños (ya ni sabía en qué día vivía) pudiera “conectar” con alguien, que alguien de la organización se fijara en él y se preguntara o viera algo distintivo en su persona… o en lo que quedaba de él. Y eso fue exactamente lo que pasó. Realmente parece una novela. Maradona vivió varios años en la casa de Pablo, cómodo y bien atendido, pero como recompensa por todo la confianza que este muchacho había depositado en él, mendigaba por la zona de Recoleta (Pablo lo llevaba en su coche y de ahí se iba a trabajar). 
- Esta es la última foto que tengo de él… murió hace unos años (una lágrima rodó por su mejilla). Me la extendió y quedé helado… ¿Era Maradona realmente o alguien muy parecido? Tenía la camiseta nacional y su cara redonda era inconfundible… Estaba tirado en el piso y le faltaban las piernas, tal cual me dijo. Las manos habían sido reparadas mediante cirugía, pero ¿era?… 
El lamentable estado de Maradona, años antes de morir
¿Cómo podía dudar de alguien que había dedicado tantos minutos de su vida a un extraño, o sea yo, solamente para contarle esta historia, y con verdadera fruición? El relato fue sin dudas elaborado, repleto de detalles y casi no tenía huecos… En todo caso, ¿era la verdad? Le pregunté cortésmente si podía tomarle una foto con mi celular a la imagen y luego de titubear unos segundos aceptó. Me dijo: “Te dejo hacerlo solamente porque es necesario que esto se sepa.” Apenas lo hice, arrebató la foto de la mesa con gesto firme y me dijo que tenía que irse. La simpatía parecía haberse acabado. Le pregunté si no le daba bronca que existiera un ser falso haciéndose pasar por el original. Me dijo que en cierta ocasión lo rastreó y habló con él y estaba tan bien programado -hasta por encima de su conciencia e inconsciencia-, que ese doble creía firmemente ser el auténtico. No había nada que hacer con él… En definitiva, no era su culpa.
Me pidió que investigara y difundiera su versión que, según él, los fraudulentos manejos de la FIFA se encargaban de silenciar. Yo quedé solo en la mesa del Village, como agotado. La gente pasaba indiferente por delante de mi mesa con sus bandejas de Burger King repletas de comida, mientras yo meditaba que por más que fuera cierta o falsa, había una nueva historia que el mundo tenía que conocer. Y es esta.

CORRECCIÓN SILVIA T

1 comentario:

  1. jaja muy buena la historia!! muy bien plasmada la locura que cargas en un escrito así!! jaja. Lo único que no me gustó es que ya tuviste que meter un pequeño/gran detalle justificando por qué Independiente se fue a la B. Después espectacular todo! Un abrazo! Gonzalo

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