Música para flotar

martes, 31 de diciembre de 2013

La Logia Enanil Alfa, el muerto y la venganza de la Virgen -Parte II (Final)

La Virgen con vestimenta alternativa
     El cuerpo seguía viajando de Flores a Plaza de Mayo y viceversa y el tema parecía no tener fin, a menos que la CTA realizara un corte, dejara a miles de usuarios sin servicios y alguno percibiera que en el tren había un difunto. Pero ni siquiera la realidad ayudaba: milagrosamente hacía más de 30 días que no se realizaba ningún cese de actividades. La gente, mientras tanto, entraba, salía, se sentaba, se paraba, pedía permiso, empujaba, la mayoría se perdía en las pantallitas de sus celulares o se corría con disgusto cuando un mendigo pasaba por el pasillo central. Una persona tomó el lugar que se había liberado al lado del chico. Era una mujer de rasgos puros y maternales. Pero no era cualquier usuario, ¡Era la Virgen María en persona, en el subte!

     Así como no tenemos con exactitud el retrato ni las facciones de la cara de Cristo, -solo podemos contemplar ese famoso manto donde se dice que secó el sudor de la cara mientras lo llevaban a crucificar-, mucho menos tenemos registros del aspecto físico de su madre. Las estampitas, las estatuas, los motivos religiosos y todo el merchandising católico la plasman según un consenso generalizado sobre cómo se piensa que podría ser. Es decir, no la van a plasmar negra con aros o con una cresta fucsia. Por eso mismo no existía ningún motivo para dudar de esa mujer con un hábito que tanto coincidía con una “monja”. Pero si llegaran a existir dudas, mejor seguir leyendo lo que pasó. 
La Virgen no cree el egoísmo humano

     La Virgen miraba al joven con sus ojos serenos y sufría. La alentaba pensar que ya estaría en el cielo, en la verdadera vida eterna. No podía creer el egoísmo humano y cómo nadie había reparado en la pobre víctima. Le daba asco pensar que su hijo había muerto en la cruz a manos de seres tan despreciables como los que escuchaban cumbia a un volumen ensordecedor y se hacían los dormidos para no darle el asiento a una embarazada. Una chica, parada frente a los dos, abrió un alfajor y empezó a comerlo. Las migas caían sobre su manto, en otro gesto más de atropello e indiferencia. La Virgen estaba muy confundida en la Argentina de 2013…en el mundo de 2013. No sabía qué hacer por el muerto ni por todas esas almas perdidas. Empezó a rezar implorando la salvación para todos, pero un niño distraído le pegó un mochilazo en la cara, lo que la dejó medio tumbada (sumado a que ya se sentía algo mareada por la bendita fragancia a limón). 
La enana planeando su gran golpe

   Sentada frente a ella, una enana la observaba atentamente. Cuando la Virgen levantó la mirada buscando esos ojos que sentía intensamente, la pequeña personita se hizo la dormida. Luego volvió a suceder exactamente lo mismo. La Virgen no sabía, pero esa enana era una de las más importantes referentes de la Logia Enanil que habían mandado justamente ese día para buscar el cuerpo y deshacerlo con un polvo que llevaba en la mochila. Ese joven no podía seguir allí, resultaba sospechoso y tenía que desaparecer. Los estudiantes quisieron hacer pasar desapercibido el cadáver, pero días después, en una asamblea, decidieron que no había sido la mejor solución. Les costó muchos días dar con el cuerpo. Pero ahora que faltaban pocas estaciones, debía ser cauta y aguardar a que la monja se levantara y se fuera. 
     Ahora, ¿qué hacía la Virgen María en Buenos Aires, en el subte? Parece que Jesús estaba harto de escuchar eso de “…esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador, Jesucristo” que tanto decían en misa, y antes de hacer su gran aparición, aparición esperada por siglos y millones de personas en el tiempo, mandó a su madre a un punto cualquiera del mundo para “testear” cómo estaba todo. Después de esa experiencia con el muerto, seguro que no escucharía de ella palabras dulces.
     Así como Jesús fue comedido pero supo castigar a los pecadores; la Virgen también podía ser misericordiosa o despiadada. No olvidemos que ella lo crió. Además, encarnaba a la típica taurina: tranquila y buena pero una vez que la hacías enojar ya no había vuelta atrás. El rencor le duraba para siempre y te hacía la cruz; literalmente en este caso. Y la Virgen estaba enfurecida, eso no podía significar nada bueno. Era claro que esa gente merecía aprender una lección, y esa lección solo podía significar la muerte; pero antes se propuso una purificación masiva de sus almas. ¿La Virgen tenía tanto poder? Y bueno, no olvidemos también que quedó embarazada sin haber tenido relaciones carnales. O sea que es un personaje lleno de misterios y contradicciones. 
El subte comienza a tomar altura
     Cerró los ojos y juntó las manos. Empezó a balbucear unas palabras. El subte, que estaba detenido en ese momento, empezó a elevarse. La gente gritaba y corría de un lado a otro chocándose sin cesar. Ella ya estaba en otra frecuencia, una mística que la volvía inmune a todo. De hecho la enana, advirtiendo algo raro, se paró y quiso empujarla, pero rebotó violentamente contra un campo magnético invisible que como una gran burbuja, la protegía a ella y al joven de toda irrupción. 
Los vagones en plena avenida, flotando
La formación ascendiendo a la Gloria Eterna
El subte seguía subiendo y la Virgen, muy astuta, había trabado los vidrios y las puertas para que nadie se escapara. Todos debían pagar por el pecado de omisión, de egoísmo y de vanidad. Naturalmente, la formación llegó al techo y sus párpados se apretaron un poco más trasluciendo una fuerza imparable. El asfalto de la calle empezó a resquebrajarse hasta que un terrible bloque de hormigón cedió y cayó por el costado contra las vías. El subte quedó literalmente flotando en medio de la avenida. Mucha gente lloraba, otros se habían orinado del miedo, un loco gritaba que había llegado el día del juicio final. La tarea debía terminarse y el subte ascendió finalmente al cielo. Por treinta segundos los transeúntes pensaron que era un OVNI, pero estos parecen platos y esto parecía más bien un tenedor, así que lo descartaron por completo.
 Lo que pasó en el Paraíso no podemos saberlo porque escaparía a nuestro entendimiento. Lo que sí podemos decir, es que nunca más se supo qué pasó con esa gente. La Iglesia de los Dolores, ubicada en la avenida Díaz Vélez, fue la encargada de realizar una misa en honor a todos ellos y realiza cada año, en el día que sucedió el hecho, una caminata para recordar a cada uno de los que tuvieron la “suerte” de conocer a la virgen y ascendieron al cielo eterno en un subte de la línea A.
El funeral de los "santos de la línea A",
(como los llamaron irónicamente los Medios)

lunes, 23 de diciembre de 2013

La Logia Enanil Alfa, el muerto y la venganza de la Virgen -Parte I-

 El chico muerto y un hombre pelado durmiendo
El chico estaba muerto hacía ya muchos días en el subte. El enajenamiento de la gente, que vive a las corridas, apurada y ciega a causa de sus actividades diarias, sin ver lo que sucede a su alrededor, provocó que el cadáver llevara días sentado sin que nadie lo notara. Como, en general, el vagón va lleno, simplemente parecía un joven dormido que, eso sí, se tambaleaba de un lado a otro propinando leves golpecitos a los demás pasajeros que circunstancialmente se sentaban a su lado.
Uno podría pensar en el olor que despide un cuerpo en estado de putrefacción, pero los que viajamos en la línea A podemos aseverar que la perfumina de limón que despiden los nuevos coches, implementados por el Gobierno de la Ciudad, es tan fuerte que cualquier otra fragancia queda anulada o, al menos, confundida, mezclada. Algunos usuarios hasta han presentado quejas por el dolor de cabeza que les ocasiona así como trastornos respiratorios. Ciertos jóvenes escolares me contaron, que una vez quisieron probar los límites tirando las famosas “bombitas de mal olor”, pero los componentes químicos japoneses, si es que de allí proviene la fragancia cítrica, ni se alteraron. Todo seguía oliendo al bendito limón. Pero volviendo al joven, que hasta la fecha de su muerte era un alumno ejemplar de un colegio especial para enanos de San Telmo, había sido víctima de un curioso y mortal suceso. La prensa quiso venderlo como el primer caso de bulliyng llevado a cabo por enanos contra un chico de estatura normal; pero el asunto revestía una gravedad mucho más honda. 
Un usuario molesto por la perfumina
Si bien él no tenía ningún problema de crecimiento, su madre era muy amiga de la kioskera de la mencionada institución educativa, quien le había asegurado que el nivel intelectual de los enanos era incomparable y de primerísimo nivel. Además, la mujer de las golosinas, gracias a una extraña influencia en la junta directiva, pudo hacerlo entrar. Ella argumentó, y tenía cierta razón, que los enanos sufren mucha discriminación, tanto social como laboral, y entonces este colegio se encargaba de formarlos con las herramientas necesarias para que tuvieran un nivel muy por encima de la media. La altura podía no ayudarlos a conseguir trabajo, pero cualquier curriculum que contara con doctorados, masters, licenciaturas y más de 13 idiomas era imposible de rechazar; aún más considerando que lograban todo eso antes de los 17 años.  
Los enanos eran superdotados y tramaban secretamente una conquista mundial o, al menos, eso siempre decía la kioskera cada vez que visitaba a su amiga, y “cuando eso suceda”, solía concluir, “es mejor estar de su lado”. El joven nunca sintió diferencias, pero a los enanos nos les gustaba que una persona “de estatura normal” estuviera capacitándose como ellos, porque temían celosamente que el día de la revolución pudiera traicionarlos. Es cierto que pagaba la elevada cuota, sabía los himnos y era sumamente generoso y buen compañero, pero no podían asegurar de que no fuera un espía. Debían hacer algo inmediatamente. Los directores que eran dos gemelos muy bajitos estaban parcialmente enterados de los oscuros propósitos de sus alumnos enanos más recalcitrantes, pero como también guardaban alguna sospecha acerca de este estudiante “mediocre y jirafoide”, los dejaron hacer.
Gente egoísta, abstraída de la realidad, en el subte
Un día, todos salieron de la clase de “Estrategia naval con arco y flecha” muy animados, riendo y conversando. Al bajar las escaleras del subte (todos vivían entre Almagro, Caballito y Flores), el chico que enfrentaba los prejuicios de sus amigos normales y que tenía novia enana y debía agacharse para besarla, fue emboscado por sus propios compañeros. Lo agarraron y entre todos lo metieron en el baño público de la estación. Lo peor fue que su pareja, allí presente, sabía todo lo que iba a pasar; y más allá de lo que pudieran hacerle, la traición de ella caló hondo en el corazón destrozado y honesto del muchacho. En el momento en que todos se le fueron encima, ella lo soltó y salió corriendo. La paliza, llevada a cabo con las herramientas de la asignatura de la que acababan de salir, lo mató en pocos instantes. Si, de verdad fue todo muy escabroso. 
Símbolo de la Logia Enanil Alfa en un brazo
 La noticia tuvo cierta repercusión en los medios, pero la Logia Enanil Alfa, una especie de organización selecta al estilo de los masones, de la que muy poca gente sabe, silenció con jugosos cheques a los directores de los diarios y los canales de televisión y se apropió de las cámaras de seguridad que registraron el hecho. Después, como suele pasar, todos se olvidaron del asunto. Pero fue esta misma organización quien había maquinando el crimen. Sus otras sedes mundiales, que celebran congresos mensuales y exposiciones de arte abstracto, estaban enteradas de la cuestión y había mucha presión al respecto. La filial Argentina Enanil casi entra en un conflicto diplomático por dilatar el asesinato del resonante “chico alto”; no había otra opción puesto que ya “debía saber demasiado”, pero sufrieron amenazas tan crueles que tuvieron que proceder: les advirtieron los de la CCE (Casa Central de los Enanos) que queda en Panamá, que de no hacerlo a la brevedad perderían la membresía, y no solo eso, que serían sometidos a un experimento que estaban desarrollando para dejar de ser enanos, para convertirse en basketbolistas sin cerebro. Y eso fue exactamente lo que pasó. Al modo de la película Fin de semana de locura, en el que un par de amigos deben permanecer esos dos días con su jefe muerto pero haciendo de cuenta, para los demás, que está vivo, los enanos caminaron a su lado arrastrándolo pocos metros hasta meterlo en una formación y sentarlo en un asiento. Como estaban en la estación Plaza de Mayo, y los subtes salían de allí, no había tanta gente –además, no era hora pico- y ninguno de los transeúntes sospechó nada. Lo acomodaron y salieron ante el pitido que anunciaba que el tren se ponía en marcha. No supieron más de él; y con ese acto horroroso ascendieron un nivel en la prestigiosa Logia.  
(CORREGIDO POR SILVIA. T)

lunes, 16 de diciembre de 2013

Las amigas de mi abuela - # 2 Palmerita

Las palabras parecen incapaces de explicar la historia de "Olga", pero lo cierto es que ella es la hija natural entre Juan Romero Gorostiaga, piloto de Oceanic Airlines, único sobreviviente de la gran tragedia y una palmera de la subfamilia Nypoideae.
La caída se parece a la de Lost 
La historia de este desafortunado piloto es similar a la que padece Tom Hanks en la ficción, en el film Naufrago, con la única diferencia de que esto sucedió de verdad.
Luego de un desperfecto desconocido, la nave que piloteaban Gorostiaga y el co-piloto Mc Phantom perdió el rumbo y ellos el control. El avión cayó en una isla cercana a Sri Lanka y la consecuencia fue atroz: todos murieron menos el piloto. La culpa y la angustia fueron inmensas y lo llevaron a un estado de demencia muy agudo. Existieron misiones de rescate, pero dieron a todos por muertos y la búsqueda cesó pronto. La vida en una isla no se parece en nada a la experiencia vivida por la gente de Lost y al tiempo, no podía caminar por los callos, la piel de la cara se le desprendía del tremendo impacto del sol, los hongos se multiplicaban en sus genitales por el constante estado de humedad, los piojos parecían empeñados en tomarse toda la sangre de su cabeza y le habían salido manchas en el torso y en los brazos. Lo único que había en esa isla además de arena era una palmera. Esta planta fue un cable a tierra, porque no solo le brindaba algunos frutos para que sobreviviera, sino que se convirtió en una compañera muda, pero constante, presente, que con el agitar de sus hojas parecía contestar cada uno de sus desvaríos. Juan pasaba casi todo el día apoyado contra ella, hablándole de su vida, de sus ocupaciones y a cambio de eso recibía algo que ni si quiera él había meditado: el no volverse completamente loco.  
A veces, una palmera salva vidas
El tiempo pasó y ni la compañía de la planta pudo evitar que el hombre pierda la razón. Una noche, famélico, desesperado, incontrolable violó a la palmera. Introdujo su miembro por un pequeño orificio de la planta donde vivían algunos gusanos. Los mismos pedazos del tronco le produjeron una hemorragia de tal magnitud que se desmayó sin saber que no volvería a despertar, porque esa misma noche moriría desangrado.                                                                                             Cuenta Magalló, el publicista que llegó a esa isla por casualidad con todo un contingente de personas dispuestas a filmar un comercial de una cerveza, que en un momento del rodaje, un gran fruto redondo cayó de la palmera. Cuando un asistente de cámara lo levantó, el fruto empezó a abrirse. La sorpresa fue inmensa cuando un pequeño bebe se formó en la palma del joven. ¡La palmera había parido a una persona! Por consenso general la llamaron “Palmerita”. Recorrieron con mayor profundidad la isla y encontraron, cerca de la planta, los restos de Gorostiaga. La chica, que nunca perdió sus rasgos naturales ni su rostro apalmerado según se advierte en la foto, fue adoptada por un vivero que se encargó de su adaptación. Al principio le costó mucho aprender a hablar, su piel era dura como la de su madre, su pelo era quebradizo, sus ojos eran del color del mar, el mejor amigo de una palmera. Actualmente “Palmerita” es bióloga, especialista en las plantas de su familia. Cada año visita a su madre y le lleva adornos florales. Los jueves a la tarde se despeja de sus ocupaciones y se encuentra con un grupo de mujeres a jugar al burako, entre ellas se encuentra mi abuela, que de ahí me refirió esta historia. 
Palmerita, única en el mundo

sábado, 7 de diciembre de 2013

The Power of love, versión explicita y callejera

La fachada de la Universidad de Ingeniería
y las paradas de colectivo
Esperaba el colectivo en la parada de Pueyrredón entre Azcuénaga y Las Heras, a metros de la puerta de la Facultad de Ingeniería. El día transcurría sin mayores novedades. Debía hacer un par de cobranzas por la zona del Obelisco, luego debía volver a casa a corregir unas pruebas de Hamlet que había tomado esa mañana y por la noche, quizás mi prima y el novio vendrían a comer a casa. Pero para eso faltaba mucho aún.
A lo lejos vi a una pareja que venía besándose con una desesperación digna de un condenado a muerte, o de aquel que sabe que un meteorito impactará en breve contra la tierra volviéndonos polvo. Yo miraba por inercia o aburrimiento, era entretenido verlos mientras no tenía nada que hacer. Era gracioso como caminaban sin despegarse, chocándose con la gente y rebotando con las rejas que protegen el edificio de  la Facultad. No temían tropezar ni caerse, solo les importaba no perder los labios del otro. Una bonita pareja. Fueron acercándose a la parada donde yo me encontraba junto a una señora muy refinada de Recoleta. A falta de una pared mejor, y consumidos por el deseo, se apoyaron contra uno de los carteles, a poca distancia de mí, a seguir expresando su amor. Yo estaba del otro lado, así que dejé de verlos de cuerpo entero (solamente podía divisar sus piernas), mas no dejé, a pesar del transito, de escucharlos. Gemían y jadeaban con verdadera fruición; supongo que debían separarse para respirar.
De repente sucedió algo inaudito. Debo decir, dato sumamente importante, que no eran más de las 3 de la tarde. Los pantalones del chico cayeron. Me mataba la curiosidad pero no podía ir a ver porque recibiría el premio al onanista del año. ¿Qué estarían haciendo? ¿Se había quedado en calzoncillos? Mis preguntas no llegaron a formularse porque el calzoncillo también quedó bajo las rodillas. Hicieron un rápido cambio de posiciones y empezaron a fornicar. ¡En la calle y a plena luz del día! Voy a tratar de explicarlo de la mejor manera; la chica se había apoyado contra el cartel dándole la espalda –no se veía ropa interior de ella, se la habría corrido- y el chico, ubicado atrás de ella, le daba presurosas sacudidas. Toda la infraestructura metálica temblaba y la señora y yo nos miramos confundidos. Seguramente ella quería llamar a la policía por el semejante acto obsceno que estaba sucediendo en la vía pública a escasos pasos de su avinagrada existencia, pero seguramente otras vecinas ya lo habrían hecho. Yo quería saber qué pasaba…pero antes recordé que estaba esperando un colectivo y que tenía cosas que hacer. Los gritos de ambos eran ensordecedores pero se fundían con las bocinas y el barullo general. ¿Y si era todo una actuación? Pero qué sentido tendría hacer eso…otra vez las preguntas y otra vez la interrupción.
Se escuchó un fuertísimo estallido: ¡el vidrio había explotado! La señora gritó y cruzó la calle casi sin mirar y por suerte no fue impactada por coches de ambas manos: no pudo soportarlo. La pareja tuvo un segundo de vacilación, seguramente pensaron si debían continuar con semejante acto. Pero la incertidumbre fue breve; ella se estaba dando vuelta, de frente a su enfervorizado amante y apoyó la cola contra el cartel, ahora ya sin el vidrio. ¿No había peligro de que se cortaran? Subió una pierna como una bailarina profesional, que el chico supo sujetar en el aire, y continuaron como si nada hubiese pasado. Yo no sabía si maldecir o agradecer la tardanza del 59. Prendí un cigarrillo, quería de alguna forma disfrutar el momento a pesar de la incomodidad. Era como volver a una etapa pre-adolescente, donde uno miraba esos canales donde la pornografía estaba codificada y debía conformarse con las rayas y tener mucha imaginación para interpretar una rodilla o un pecho. Al menos, pensaba, me da material para escribir. En frente se había formado un grupo de gente a mirar y a sacar fotos. Yo sentía que estaba en una ubicación privilegiada y a la vez tortuosa: era el que estaba más cerca y el que menos podía ver. Pero muchos hubiesen deseado estar en mi lugar para escuchar esos grititos entrecortados y sensuales de la mujer y los bufidos bestiales del hombre. De repente se detuvieron. Él se agachó y se subió de un solo movimiento su bóxer negro marca Puma y su jean. Tuve la esperanza de que pasaran a mi lado -sin saber para qué, supongo que para materializar la fantasía-, pero salieron corriendo para el otro, para la avenida Callao. Bajé del cordón a la calle y solo pude verlos de atrás. Ella era muy bajita, llevaba una pollera también de jean, una musculosa verde y calzaba unas chatitas. Su pareja tenía una remera negra, pantalones y unas zapatillas rojas. Los curiosos, desde enfrente, los seguían con la mirada. Por un acto reflejo, di la vuelta para ver el cartel que la pareja había utilizado como apoyo y comprobé que efectivamente lo habían destrozado. Había pedacitos de vidrio por doquier. Pero recién ahí reparé por primera vez lo que publicitaba el cartel: The power of love (“El poder del amor”), no podía ser más irónico. ¿Era a propósito o fue pura casualidad? Esas cosas emocionantes y misteriosas de la vida. Las marcas de los glúteos de la chica estaban delineadas en la parte inferior (se pueden ven en la imagen a continuación), así como en la película Asesinos por Naturaleza (1994) de Oliver Stone, el perverso detective Jack Scagnetti (Tom Sizemore) ve las marcas de la cola de Mallory Knox (Juliette Lewis) en el capó de un coche.
Cruzando Pueyrredón vi avanzar lentamente el colectivo. No sé cuantos siglos o minutos había demorado, acaso ya no importaba para nada. No quería que ese momento quedara grabado solo en mi cabeza, además nadie iba a creerme, así que rápidamente saqué mi celular y lo fotografié. Aquí abajo la foto.

El vidrio en el piso, las marcas en el cartel y el amor en tiempos de hoteles caros

viernes, 29 de noviembre de 2013

La mancha de arte

No sé cuando apareció, ni recuerdo bien cuando lo descubrí. Lo cierto es que una vez, estando sentado en el inodoro de la casa de mis abuelos, algo me llamó poderosamente la atención. Apuré mi trámite y sin dejar de mirar eso que me cautivaba, me levanté y me acerqué lentamente. Arriba del botiquín, un pedacito de pared se había descascarado junto a un zócalo, pero advertí en esa pequeñísima forma, una obra de arte, específicamente un boceto de La madre de Whistler, del pintor norteamericano James McNeill Whistler, de 1871. Este boceto de piedrita, invertida en relación al original, muestra a la mujer un poco más inclinada y con una especie de mochila. Algunos a los que les he compartido mi hallazgo, además de tildarme de loco, me han sugerido que la mujer estaba rezando. Entonces se me ocurrió muy atinadamente que antes de que el hijo empezara a retratarla, Anna, que así se llamaba, pudo haber invocado a los santos para que lo ayuden en su labor artística. 
La pregunta lógica es, ¿cómo apareció un boceto tantos años después de conocerse el original y en Caballito? Tengo una explicación. Un amigo de McNeill Whistler, llamado Henry Summers, quien lo frecuentaba tanto a él como a su madre, un día vio en ella a un modelo perfecto para una obra. Su solemnidad y su seriedad le alcanzaron para imaginársela en un lienzo. Sin decirle nada se llevó la imagen en su cabeza. Pero las vueltas del destino lo llevaron a abandonar su patria para instalarse en Argentina, Buenos Aires, y específicamente en Caballito. A falta de materiales y obsesionado aun con la madre de su amigo, empezó a imaginar su obra en la pared del baño, el único lugar donde se sentía inspirado, vaya uno a saber porqué. El pobre murió sin siquiera empezar su obra y al morir su esposa, al no tener hijos, todas sus pertenecías, incluso su diario íntimo, fueron enviados al pintor Whistler, quien al enterarse del deceso, viajó a la casa de su amigo para cerrar tramites y claro, ver los bocetos realizados. De esta forma, tomando las ideas originales de Summers pintó a su madre tratando de emular el objetivo que su amigo se había propuesto. 
El resto es historia…se inmortalizó con esa pintura y recién ahora empiezan a descubrirse la infinidad de bocetos, garabatos y dibujos que su amigo había plasmado en una pared de su baño en Caballito, y que luego, al morir, cuando la casa fue adquirida por un insensible doctor, todo quedó bajo una injusta capa de pintura y material. Pero en el mundo del arte va a suceder una revolución. Es cuestión de tiempo.   

jueves, 21 de noviembre de 2013

¡Popeye es mi papá, que a la vez es Bukowski! (Parte II - Final)

Segar, posando
con su mirada picarona
 
Elzie Crisler Segar murió en esa guerra curiosamente por la ingesta de espinaca en mal estado. Sufrió una intoxicación muy severa y fueron sus compañeros quienes se encargaron de gestionar la manera de que ese personaje tan simpático llegara a los medios. Nunca sospecharon que lo que Segar dibujaba en sus ratos libres, muchas veces en papel higiénico, se convertiría en un dibujito tan masivo que y se expandiría a través de las radios con actores, programas de tv, películas. En pocos meses, la popularidad del marinero era mundial y ya no habría retorno. Así como el Quijote es más grande que Cervantes, este caso es muy similar; muy pocos recuerdan el nombre de Segar, quien firmaba sus obras con un cigarro debido a que su apellido era un homófono de “cigar” (cigarrillo en inglés), pero nadie desconoce a “Popeye”, cuyo nombre fue escogido en una votación muy democrática por toda la tripulación que lo acompañaba inclinándose por el defecto ocular. El autor lo había dejado innombrado.
¿Qué paso con Carlos el infatigable amigo de Elzie? Cuando el argentino, que había perdido más el eje tras la partida de su amigo, volvió a Buenos Aires a buscar consuelo en su hermano, el único familar que desde siempre lo había comprendido. Arturo se había convertido en actor y ahora su apellido -artístico- era “Puig”, como el escritor del cual lo tomó.
Arturo "Puig", hermano
de Carlos "Popeye"
Estaba protagonizando una serie televisiva muy cómica que era un boom del prime time; se llamaba “Grande pá” y caracterizaba a un padre bonachón con tres hijas, “sus chancles” y una esposa que funcionaba como su contrapunto. Arturo buscó por todos los medios distraer a su abatido hermano, le compró serpientes, lo llevó a hacer paracaidismo, lo condujo a los lugares más pecadores y lujuriosos de la ciudad… nada lograba superar su desconsuelo.
Luego de su fallida recuperación en Argentina, volvió al país del norte, a la misma pensión donde había vivido. Se entregó por completo al alcohol y a los excesos, siempre y cuando pudiera pagarlos. Era un parasito humano, pasaba días sin bañarse, sin emprolijarse ni ver la luz del sol. Una madrugada, en el pico de su pedo, su amigo muerto se materializó en la habitación en forma de fantasma, como Hamlet a su hijo homónimo. Carlos quedó paralizado. No sabía si eso era real o era producto de su imaginación, de cualquier forma estaba sucediendo. Sus neuronas estaban ahogadas de vino barato y todo era posible. Elzie le dijo que le daba mucha pena verlo en ese estado. Le recordó el talento que poseía e insistió con que no tenía que dejar de escribir y de mandar sus producciones a los diarios, revistas y editoriales. Por último, antes de desvanecerse, le aconsejo que para ser considerado debía presentarse como “Charles” y no como “Carlos”. El apellido sonaba bien le dijo…y se fue.
Carlos en el pico de su pedo
A partir de ese momento, el argentino empezó a presentarse en sociedad con su apellido original y su nombre pasado al inglés: Charles Bukowski. Su vida dio un giro cabal pero no de tantos grados como uno puede suponer. Empezó a enderezarse aunque no tanto, puesto que comprendió que la materia prima de todo lo que escribía tenía que ver con su falta de control. Un diario al tiempo le contestó su carta diciéndole que lo iban a publicar, que estaban interesados, que mande más. Cobró confianza y renunció al trabajo de cartero. Al tiempo se animó a contar sus historias en forma de cuento y las publicó obteniendo una considerable repercusión y se aseguró una crítica en los principales medios literarios…el resto es historia.
Yo como consecuencia de una noche de borracheras y grupies-beatnicks-drogadictas. Desconozco el paradero de mi verdadera madre; mi padre, por supuesto también. Tantos años sin ser siquiera visto como un humano por una mujer, provocó que cuando los vientos de la Fortuna cambiaron…bueno, digamos que recuperó el tiempo perdido. Yo nunca me hallé en ese país, así que me vine a vivir a Argentina y visito a mi padre un par de veces al año. Su autobiografía está próxima a salir, pero yo quise adelantarme un poco y revelar el mundo cómo mi padre, Carlos Bukowski fue, antes de ser ese genial escritor, Popeye.
Recuperado de toda adicción,
el genial escritor
disfrutando del éxito en Necochea
Gracias a la ciencia, podemos adelantar
cuál sería el rostro de Carlos...
en apenas tres años



miércoles, 13 de noviembre de 2013

¡Popeye es mi papá, que a la vez es Bukowski! (Parte I)

En el único libro que el creador de la caricatura Popeye llegó a escribir, publicado postumamante, estoy hablando de Mi vida es un dibujo, el norteamericano Elzie Crisler Segar detalla, a mitad del capítulo 5, la gestación de este personaje tan entrañable y amado por la cultura popular. A continuación los extractos más sobresalientes:

Segar trabajando en su autobiografía
a pocos minutos de morir
“…Por aquellos días no tenía absolutamente nada. Mi mujer me había abandonado, los personajes que presentaba en los periódicos eran rechazados y las tiras cómicas que publicaban no me hacían reir. Estaba en un momento de quiebre en mi vida (…) Lo único que me mantenía con los pies sobre la tierra era la amistad de un muchacho argentino que vivía en la habitación de al lado. Empezamos compartiendo la pensión, luego nos cruzábamos por la calle, hasta que un día dimos en una cafetería y nos pusimos a conversar. Se llamaba Carlos, o sea “Charles” y estaba en una situación muy parecida a la mía. Sin mujer ni hijos, tenía trabajos muy mal pagos pero soñaba con ser un escritor de renombre. No tenía una formación académica, pero no podía dejar de escribir y me parece que eso, más allá de todo, es muy valorable. Sus cuentos eran crudos, y su lenguaje desprovisto de toda literaturidad. Compartíamos largas noches tomando jugo de pomelo, escuchando a Los Auténticos Decadentes, fumando cigarrillos armados y compartiendo nuestro arte. Él me leía sus historias y yo le mostraba mis bocetos y le manifestaba mis inquietudes sobre tal o cual atributo de un personaje (…) Ese día fue terrible. Estábamos juntos arreglando una silla cuando suena la puerta: la Armada de Estados Unidos solicitaba mis servicios. La guerra era inminente y no podía negarme. Carlos y yo lloramos abrazados: el desconsuelo era total. Al cabo de unos días nos despedimos, le dije que nunca iba a olvidarlo. No sabía cómo, pero tenía que inmortalizar a la persona que había sido un sostén en mi vida, tanto desde lo afectivo como desde lo social. Quería agradecerle su tiempo, su cariño, su arte.

Esta sí es una pipa

Algunos quisieron ver en ella una
metáfora de la marihuana...lo cierto es
que hay capítulos en donde
el marino la consume por la pipa

Así como en la película italiana Mi vida es bella, yo también busqué evadirme de la situación a la que estaba obligado a servir sin casi o con ninguna experiencia. Pero lo único a mi alrededor eran marineros, proas, popas, anclas, gritos y el capitán un ser en extremo bruto…¿Bruto?…entonces con la cara de mi amigo en la cabeza empecé a dibujar. El siempre decía que fumaría pipa si tuviera dinero, pero que tenía que conformarse con los cigarrillos. Le agregué una pipa en la boca. Recordé su pasión por la espinaca con salsa blanca, y cómo hablaba de la comida de su madre Berta en Buenos Aires…esa sería la comida predilecta de mi personaje. Exageré un poco más sus rasgos, pronuncié por ejemplo su defecto en el ojo que hacía que lo tuviera casi siempre cerrado, lo liberé de esa molestia y directamente se lo saqué. 

Los músculos serían patentados
tiempo después por una celebre
marca de barritas energizantes.
Le proporcioné todos los músculos que frustradamente ansiaba conseguir haciendo ejercicio en el piso del baño, trabando sus piernas contra el inodoro para hacer flexiones y abdominales recostado en la bañadera. Luego de varios borradores, creo que alcance el objetivo. Volví a mirar la única foto que conservaba de él y no pude evitar sentir una dicha inmensa. Creo que se sentiría muy orgulloso del producto final (…)” 


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Carlos "Popeye", el argentino
que daría origen al mito
Finalmente, Popeye the sailor

¿Qué pasó mientras tanto con Carlos, ese chico argentino que supo ser el ignoto modelo de Popeye y que luego de visitar a su hermano, el actor Arturo Puig, se convertiría en el reconocido escritor beatnik Charles Bukowski?
Continuará...

viernes, 8 de noviembre de 2013

Pijamoides de Terror

Una camina tranquilamente por la avenida Acoyte hasta que de repente el terror lo invade… ¿Es un monstruo? No. ¿Es un robot? Quizás... ¿Es un autómata? Posiblemente. Al prestar mucha más atención, y enfrentar la vidriera del local encargado de vender pijamas, pantuflas y “ropa para dormir”, uno descubre la espantosa verdad. El dueño ha querido ahorrar unos pesos, y ha suplido con dos tubitos de papel de diario los brazos de un maniquí. Como el morbo no le alcanzaba y porque seguramente es un fanático empedernido de Frankenstein de Mary Shelley, le agregó una cara de niño que ya está descolorida de tanto sol y tantos días. Lejos de ser un humanoide, estos pijamoides aterrorizan a todo transeúnte desprevenido. He visto a niños vomitar y patalear luego de observarlos.       
Genera mucho disgusto observar que la prenda y el torso corresponde a un talle de adulto, pero que sin embargo tiene cara de chiquito, como si vendiera ropa para mutantes gigantes con cabeza pequeña, así como los malos de la película de Mario Bross que eran tremendos mastodontes pero tenían una cabeza encogida de dinosaurio bebe. Notese que el pijamoide de atrás también es dueño de unos largos brazos de papel marrón. Creo que hay formas, cualesquiera, más aconsejables de captar la atención de un posible comprador sin generarle ganas de salir corriendo. Al menos debería haber alguna advertencia en la vidriera, junto a nuestro pequeño amigo, diciendo que el uso de esas telas no provocará un rejuvenecimiento permanente. Aunque tal vez promocionándolo así logré el cometido absoluto, no ya el de vender, sino el de que alguien entre, así sea para preguntar para dónde queda Rivadavia.     

¿Los números serán parte de un código cifrado conectado con alguna
extraña fuerza del mal? El pijamoide seguro lo sabrá.
Parece un pijamoide estático, pero por el pliegue de su
bracito de papel podemos comprobar su movilidad. 

martes, 5 de noviembre de 2013

Sueños de panadería o la banalización de los sueños

El 28 de agosto de 1963, mientras el mundo todavía era blanco o negro, Martin Luther King pronunció en Washington, uno de los discursos más importantes de la historia de la humanidad. En este discurso, que la historiografía inmortalizó con el nombre de “I have a dream”, el nobel de la paz, que no solo había escandalizado al establishment norteamericano con sus marchas a favor de los derechos civiles y en contra de la guerra de Vietnam, soñó con un mundo donde sus hijos y su familia pudieran convivir pacíficamente con los blancos. Hoy parece anacrónico recordarlo, pero es necesario reparar que de 1963 al 2013 no pasaron más que cincuenta años y la discriminación no está exterminada. Lamentablemente sigue encontrando focos para reproducirse incansablemente como un cáncer silencioso. La gente con problemas de peso es actualmente, uno de los grupos más apuntados. Pero las cosas en materia de sueños cambiaron...un poco. La semana pasada en Cuestión de peso, un programa que con una mano los ayuda a bajar sus kilos y con la otra los acuchilla en miras de alcanzar un buen raiting, pusieron un titular bajo la cara angustiada de uno de los participantes que satirizaba la idea misma de tener un sueño. ¿Qué pasa cuando un grupo discriminado se presta voluntariamente a ser mofado?¿Será conciente del papel que está jugando? 
Uno fantasea con recibirse, con tener una familia, con tener dinero, poder, o ir a Disney o ser feliz. Pero la banalización, grotesca o desmedida allí estaba. Quizás el diablo, que es el que se queda con las almas de los participantes luego de firmar el contrato, metió la cola en los controles para mandar al aire una frase tan simpática como lamentable…¿Qué hubiese pensado Martin Luther King si lo veía por tv? 

"Tengo un sueño..."
"Yo también negro, conoces una panadería?

viernes, 1 de noviembre de 2013

Las amigas de mi abuela - # 1 Sanchita

 Es bien sabido el mito que si uno come mucha lechuga se convierte en una tortuga. Por incierto que parezca, muchas personas han intentado llevar a cabo esta metamorfosis logrando abandonar su aspecto humano para llevar una vida en cuatro patas. No se sabe a ciencia cierta cuál es la cantidad de esta verdura que se debe ingerir. Pero las tortugas habladoras de Tanzania (un lugar donde se cultiva toneladas de lechuga por mes) son una prueba fecunda de que este mito guarda un costado probable que no deberíamos desestimar.
Este caso es particularmente impactante, dado que este ser, ahora mujer, ha realizado el proceso inverso: era una tortuga y se ha transformado en una persona de carne y hueso. Fue indagada en diversas ocasiones siempre sin éxito; ella se reserva el secreto de su mutación. Las especulaciones se multiplican, y los teóricos han tratado de pensar qué alimento pudo haber consumido para explicar lo sucedido. Tampoco nadie sabe si estos reptiles pueden llegar a tener la conciencia para tal cometido.
El transcurso entre animal y persona fue gradual y nadie lo advirtió. Evelyn, una sexagenaria y acaudalada mujer de Palermo vivía con una muchacha que trabajaba de servicio doméstico y una tortuga llamada Sanchita. La chica se ocupaba de hacer las compras, lavar la ropa, limpiar la casa, darle de comer al animalito y demás tareas. La señora tenía problemas de movilidad y de respiración. En una ocasión, Karen, que así se llamaba la chica, le pidió unas semanas de vacaciones para visitar a su madre enferma, que residía en un pueblo perdido del gran Buenos Aires. Evelyn, que tenía gran corazón, no dudó un segundo y la dejó partir cuánto antes. Cuando Karen regresó, -la confianza y los años de servicio ya le habían permitido tener la llave de la casa- Evelyn se encontraba muerta en el medio del salón. Pero otra anciana completamente desnuda se encontraba en uno de los sillones mirándola en silencio. Karen entró en pánico porque la situación de por sí era algo exagerada: un fallecimiento y una anciana desnuda eran una imagen grotesca. Pero antes de que la joven empleada pudiera decir algo, la señora habló con mucha dificultad: “Karen, soy Sanchita”. Su tono de voz era agudo, casi un chirrido. La chica la miró extrañada y detenidamente y trató de asimilar sus palabras. Se acercó a ella y lo comprobó: tenía las mismas manchas en la cara, los ojos del mismo color y las mismas arrugas en el cuello que el reptil que hacía un poco menos de un mes le daba de comer. ¿Qué había sucedido? Nunca lo sabría.
Karen conocía el mito presentado al principio, pero jamás lo había sentido nombrar de manera contraria. ¡Era un milagro de la naturaleza!. La joven y la tortuga (esas locuras de la anciana Evelyn) resultaron ser las únicas herederas de la pequeña fortuna de la difunta. Así que entre la ahora persona y la chica se formó un buen vínculo y mantuvieron la misma relación que Karen tenía con su empleadora.
Si bien al principio costó mucho humanizar a Sanchita (tenía demasiado arraigados los rasgos de su anterior especie: su metabolismo era muy lento, su piel muy áspera –se gastaron fortunas en cremas y tratamientos dermatológicos-, quería dormir en el piso, hubo que implantarle dientes, etc), finalmente pudo ser una ciudadana común y corriente que como otras mujeres, se junta cada jueves por la tarde con mi abuela para jugar al burako. 
Sanchita, la tortuga-mujer