Música para flotar

domingo, 19 de enero de 2014

La taza suicida

     Entré –habré abierto la puerta muy abruptamente– y escuché cantar a una taza. Pero permítanme explicarme mejor: al ingresar a mi casa tuve la sensación de que una melodía se había interrumpido de repente, como si alguna actividad estuviera llevándose a cabo en la cocina. Prendí la luz y lo único que encontré sobre la mesada fue una taza. Siempre sospeché que, al irme, cosas extrañas sucedían; y esta vez no pude haber estado más cerca. Pero la taza, por supuesto, permanecía impávida. Silenciosa y fría. Había un resto de leche en su interior. Solía dejarla sin lavar, es cierto, pero ignoraba que eso me traería tan funestas consecuencias.
      Yo no lo sabía a ciencia cierta, pero en mi intuición estaba develando un secreto que a la humanidad aún nos está vedado: que las cosas inanimadas tienen vida; o al menos participan de alguna extraña existencia. La taza no tiene boca, no tiene lengua, tampoco dientes ni una conformación anatómica que le permita articular sonidos; mucho menos, cantar. Solo es una taza. Pero juro que yo la escuché canturrear...
      Sin saberlo, porque no tenía manera, la taza estaba rebelándose contra el descuido al que era sometida. El asa estaba parcialmente quebrada porque una vez se me había resbalado cuando la enjuagaba y, como dije antes, no solía estar limpia. Además, la constante acumulación de chocolate le había formado en el fondo una mancha que percudía su blancura.
El chocolate que empezó a deteriorar la blancura
Esta clase de desatenciones hicieron mella en su ánimo. Entonces la taza, cansada e irritada, decidió manifestarse. Y las tazas, cuando están enojadas,
  se manifiestan con una dulce melodía. Hasta en eso son más civilizadas que los seres humanos que gritamos, rompemos, imponemos y causamos daño. Ella solo cantaba su fastidio. Supongo que hubo un montón de pistas que no supe ver, que no entendí, como esta.
      Un día volví a casa más temprano. Hacía mucho calor y fui a la cocina a tomar un poco de jugo. Me llamó la atención no ver la taza que siempre quedaba en el fregadero, a la espera de mi buena voluntad con el detergente. No me importó demasiado, como solía suceder, y tras saciar mi sed, me olvidé del asunto y fui a sacar la ropa colgada en el balcón que, supuse, ya se habría secado.
La taza apunto de arrojarse
      Quedé aterrorizado con la imagen. Hastiada ya de tantas melodías incomprendidas, de protestar tan pacíficamente, había tomado una decisión extrema: suicidarse. No sé cómo llegó hasta allí. Se había encaramado a la baranda y se tambaleaba. Lo último que recuerdo es que corrí a evitarlo pero, para entonces, ya se había lanzado al vacío. Los cereales fueron cómplices, o quizás le llenaron la cabeza (cabeza “hueca” de loza) para que lo hiciera. Lo cierto es que los vi en su interior, como aprobando,     hasta disfrutando, diría yo, de lo que iba a suceder. Nunca más voy a subestimar a una taza. Al caer, impactó contra un transeúnte que perdió la vida instantáneamente bajo una ridícula lluvia de copos integrales; y no faltaron vecinos pugnando por señalar de dónde había caído el objeto contundente. Por supuesto, no pude probar mi inocencia y culpar a ella del  fatal “accidente”.
Uno de sus antepasados directos en una caricatura
      Y ahora que tengo tanto tiempo para pensar, reflexiono acerca de todo el sufrimiento por el que habrá pasado mi taza, cómo mi abandono habrá herido su sensibilidad. Ella, que provenía de una familia tan numerosa, de origen y nombre afamado, de una época en que los juegos de loza inglesa eran para veinticuatro comensales; sí, del tiempo en que se reunía alegremente con las otras piezas-hermanas para formar parte de grandes mesas en las que muchos invitados compartían sin prisas la relajada hora del té. Poco a poco, se había ido quedando sola, ya nadie la cuidaba, ni siquiera yo que debía velar por ella... 
      Y entonces desde la celda, mientras tomo un caldo desabrido, pienso si esta taza de tosco material que calienta mis manos, llena de marcas de golpes acumulados durante años, tendrá la capacidad de ayudarme a escapar de este destino al que me condenó su congénere o, al menos, de cantarme por las noches...
Una imagen más de la taza suicida contemplando la calle 

Co-autora: SILVIA . T

4 comentarios:

  1. que lamentable...seguramente que habrá cantado muchas veces "la marcha de la bronca". Entre tantas melodás y cereales se dejó influenciar.. yo que vos, empiezo a cantar con el resto de sus tazas hermanas estamos invitados a tomar el té, para generar la sensación de amor hogareño. Si no llega a funcionar, te diría que hagas una terapia de grupo con todos tus utensilios de cocina o una reunión tipo tapper were, para que por lo menos se alegren un rato.

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  2. Tal vez, se trata de una hermana perdida de las tazas de "La Bella y la Bestia". Éstas eran felices cuando le cantaban a Bella. O, quizá, quiera ir a unirse a los caceroleros de Plaza de Mayo. No lo sabemos...
    Por la duda, fijate que el candelabro no se te escape.

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  3. la semana pasada, volvía a mi casa y a dos cuadras encontré los restos de lo que fue un VHS. Por cuestiones de tecnología, no puedo subir la foto, y por respeto también. Me quedé tan mal, que toqué timbre en la puerta donde se alojaban los restos. El dueño cuando abrió la misma, se sorprendió, la cara se le transformó, los ojos se pusieron llorosos, la piel fue perdiendo los colores y sus manos empezaron a temblar. No quiso decirme el contenido de la cinta, no sé si eran imágenes de vacaciones, algún cumpleaños, algún videito casero no muy oculto o el testimonio de algún crimen.
    Luego de contener al señor ante su primer encuentro con su ex objeto, me comentó que dicho VHS, estaba asistiendo a un grupo de objetos con intentos suicidas anónimos, y me comentó que la otra semana había regresado muy perturbado de su reunión semanal, ya que divulgaron la muerte de una taza por caballito. Aparentemente estaban en algo, me imagino que el le mostraba imágenes y la taza le ofrecía algo caliente. Esta noticia lo sorprendió muchísimo y no pudo soportar su falta, por eso se arrojó desde un quinto piso y esos fueron sus últimos actos en este plano terrenal. Espero que se hayan encontrado en el más allá.
    Considero que ante estos episodios se deberá cambiar al terapeuta de dicho grupo o se cerrará por falta de participantes.
    Son objetos pero tienen sentimientos, como nosotros. cuidemoslos!
    q.e.p.d querido VHS

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  4. Tu relación con las tazas es algo que me llama la atención, querido amigo. Hoy en día sos propietario de una taza suicida. Pero yo bien recuerdo que allá por el 2006, cuando el centro de estudiantes de Letras te funcionaba de 2do hogar, eras propietario de una taza asesina. La llamábamos la taza radioactiva, y era portadora de miles de enfermedades, la mayoría de ellas desconocidas para el mundo de la medicina...
    Dicen que alumnos como Carlisle, Franceschini, Bruno y Valdivia dejaron la carrera para dedicarse a otros intereses. Yo creo que fueron víctimas de la taza de Guido, y se encuentran enterrados bajo la ex oficina de Ale Casais.
    Ay, Guido! Que más tendrás escondido? Una taza terrorista?

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