Música para flotar

jueves, 21 de noviembre de 2013

¡Popeye es mi papá, que a la vez es Bukowski! (Parte II - Final)

Segar, posando
con su mirada picarona
 
Elzie Crisler Segar murió en esa guerra curiosamente por la ingesta de espinaca en mal estado. Sufrió una intoxicación muy severa y fueron sus compañeros quienes se encargaron de gestionar la manera de que ese personaje tan simpático llegara a los medios. Nunca sospecharon que lo que Segar dibujaba en sus ratos libres, muchas veces en papel higiénico, se convertiría en un dibujito tan masivo que y se expandiría a través de las radios con actores, programas de tv, películas. En pocos meses, la popularidad del marinero era mundial y ya no habría retorno. Así como el Quijote es más grande que Cervantes, este caso es muy similar; muy pocos recuerdan el nombre de Segar, quien firmaba sus obras con un cigarro debido a que su apellido era un homófono de “cigar” (cigarrillo en inglés), pero nadie desconoce a “Popeye”, cuyo nombre fue escogido en una votación muy democrática por toda la tripulación que lo acompañaba inclinándose por el defecto ocular. El autor lo había dejado innombrado.
¿Qué paso con Carlos el infatigable amigo de Elzie? Cuando el argentino, que había perdido más el eje tras la partida de su amigo, volvió a Buenos Aires a buscar consuelo en su hermano, el único familar que desde siempre lo había comprendido. Arturo se había convertido en actor y ahora su apellido -artístico- era “Puig”, como el escritor del cual lo tomó.
Arturo "Puig", hermano
de Carlos "Popeye"
Estaba protagonizando una serie televisiva muy cómica que era un boom del prime time; se llamaba “Grande pá” y caracterizaba a un padre bonachón con tres hijas, “sus chancles” y una esposa que funcionaba como su contrapunto. Arturo buscó por todos los medios distraer a su abatido hermano, le compró serpientes, lo llevó a hacer paracaidismo, lo condujo a los lugares más pecadores y lujuriosos de la ciudad… nada lograba superar su desconsuelo.
Luego de su fallida recuperación en Argentina, volvió al país del norte, a la misma pensión donde había vivido. Se entregó por completo al alcohol y a los excesos, siempre y cuando pudiera pagarlos. Era un parasito humano, pasaba días sin bañarse, sin emprolijarse ni ver la luz del sol. Una madrugada, en el pico de su pedo, su amigo muerto se materializó en la habitación en forma de fantasma, como Hamlet a su hijo homónimo. Carlos quedó paralizado. No sabía si eso era real o era producto de su imaginación, de cualquier forma estaba sucediendo. Sus neuronas estaban ahogadas de vino barato y todo era posible. Elzie le dijo que le daba mucha pena verlo en ese estado. Le recordó el talento que poseía e insistió con que no tenía que dejar de escribir y de mandar sus producciones a los diarios, revistas y editoriales. Por último, antes de desvanecerse, le aconsejo que para ser considerado debía presentarse como “Charles” y no como “Carlos”. El apellido sonaba bien le dijo…y se fue.
Carlos en el pico de su pedo
A partir de ese momento, el argentino empezó a presentarse en sociedad con su apellido original y su nombre pasado al inglés: Charles Bukowski. Su vida dio un giro cabal pero no de tantos grados como uno puede suponer. Empezó a enderezarse aunque no tanto, puesto que comprendió que la materia prima de todo lo que escribía tenía que ver con su falta de control. Un diario al tiempo le contestó su carta diciéndole que lo iban a publicar, que estaban interesados, que mande más. Cobró confianza y renunció al trabajo de cartero. Al tiempo se animó a contar sus historias en forma de cuento y las publicó obteniendo una considerable repercusión y se aseguró una crítica en los principales medios literarios…el resto es historia.
Yo como consecuencia de una noche de borracheras y grupies-beatnicks-drogadictas. Desconozco el paradero de mi verdadera madre; mi padre, por supuesto también. Tantos años sin ser siquiera visto como un humano por una mujer, provocó que cuando los vientos de la Fortuna cambiaron…bueno, digamos que recuperó el tiempo perdido. Yo nunca me hallé en ese país, así que me vine a vivir a Argentina y visito a mi padre un par de veces al año. Su autobiografía está próxima a salir, pero yo quise adelantarme un poco y revelar el mundo cómo mi padre, Carlos Bukowski fue, antes de ser ese genial escritor, Popeye.
Recuperado de toda adicción,
el genial escritor
disfrutando del éxito en Necochea
Gracias a la ciencia, podemos adelantar
cuál sería el rostro de Carlos...
en apenas tres años



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